top of page

MADRE

  • anayogaiyengar
  • 29 ene
  • 2 Min. de lectura

Todos queremos una madre y no hablo de la que te ha venido a la cabeza. 


En la cultura india, madre, no se corresponde únicamente con la figura femenina que aquí relacionamos con el término. Puede ser madre un padre, un gurú, un maestro, una tía, un vecino o incluso yo añadiría una comunidad. 




Madre e hija
Solo amor

Madre es aquello que te cuida, te materna, te sostiene, te cuida, te alienta a continuar, te escucha, te apoya, te enseña disciplina, respeto, humildad, te permite equivocarte y te anima a seguir, te nutre el alma… 


Las comunidades de Yoga muchas veces hacen esta función. En una época de hiperconectividad superficial, estoy segura de que el Yoga se sostendrá en pequeñas comunidades donde sus integrantes se sostengan los unos a los otros. 


Hubo un tiempo en mi vida en el que me creí demasiado adulta e independiente para necesitar esa madre conceptual (a nivel mundano, tengo una maravillosa que todavía me acompaña). 


Luego, la vida me enseñó que todavía andaba en pañales a pesar de ser muy madura y responsable según el criterio social occidental. Hasta que me rompí. Y me di cuenta de que la MADRE me estaba esperando como hija pródiga. 


Piénsalo, cuando tu momento vital se torna difícil porque no llegas a todo, dices, necesito ayuda, pero en realidad no es ayuda lo que necesitas, estás pidiendo una MADRE. 


Paulo Coelho en “El Alquimista” cuenta la historia de aquel que da una gran vuelta a su vida para terminar en el principio; Picasso decía que había que aprender a pintar de todo para poder volver a pintar como un niño; hay una vieja historia que seguro habrás escuchado alguna vez de aquel pescador al que un hombre de negocios le dice que porqué no amplía sus horas de trabajo para prosperar, más dinero, más negocio, más trabajo para en el futuro poder pescar solo un par de horas al día y descansar y disfrutar de la vida, y él le responde: eso ya lo hago; Siddharta, lo vive todo para volver a lo simple. 


Creernos adultos es una cosa, serlo es otra. Se sueña con ser adulto para “hacerlo todo”, sin depender de nada ni nadie, “yo puedo, yo solo”, “yo viajo a todos lados, yo vivo todas las experiencias, yo se hacerlo”... pero ya sabéis que no es cierto…


Ser responsables en la vida, hacer lo que nos toca hacer (ya os hablaré un día del Dharma), ser adultos de verdad, conlleva la debilidad de la que hablaba en otro artículo. La aceptación de que ser adulto, responsable, no es sinónimo de poder con todo. Ser adulto es ser capaz de reconocer y respetar las limitaciones que nos acompañan y de honrar al niño que siempre estará contigo. 


En la ilusión o película de la vida (Maya), puede que tengas la suerte de darte cuenta de que necesitas ser cuidado por algo más grande, por una MADRE perpetua, llama como quieras al concepto, y que “ella” te acompañe en tu camino de crecimiento personal.


Porque al final todos tenemos esa necesidad del niño que nos acompaña en el cuerpo de adultos. Y nos convierte en humildes, bendita humildad querer volver, cuando lo necesitas, a esa MADRE que siempre está. 


 
 
 

Comments


©2020 por Ana Canelada Yoga

bottom of page