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La rigidez en el Yoga

Llegué al Yoga Iyengar de una manera casual, simplemente buscando clases de Yoga. Como cuento en mi web, desde un principio me enamoró el sistema. Todo explicado, todo alineado, todo medido, todo estudiado y comprobado, instrucciones claras y precisas... un poco como yo soy en parte. Y digo en parte porque creo que todos tenemos una dualidad interna... por una parte soy perfeccionista, organizada, precisa... y me gusta, mucho, me identifico con esas características pero aunque me guste, estoy "alerta" la vez que me gusta, para que esas virtudes no se conviertan en defectos que me obliguen y me quiten mi libertad de acción.


Desde que comencé a practicar Yoga Iyengar, si coincidía con algún practicante de otro sistema y comentábamos sobre nuestra práctica, se relacionaba el Yoga Iyengar con rigidez, con perfeccionismo, con un sistema autoritario, serio... incluso he llegado a oír "sistema militar" dándole a la expresión un tono negativo...

Yo no lo veía ni lo veo así. Siempre he encontrado en el Yoga Iyengar una metodología muy respetuosa y cuidadosa con el practicante y alumno.


Es un sistema preciso, sí; claro, sí; estudiado, sí; en el que se marcan unas pautas muy claras para evitar lesiones y permitir el acceso a las posturas para todo el mundo, por lo que no es ni rígido ni resta libertad al alumno. Es un sistema con una línea muy clara a seguir, simplemente no deja lugar a la improvisación. Porqué se relaciona entonces con un sistema casi "dictatorial"? Porque desde luego mi experiencia jamás ha sido esa. Es verdad que la mayor parte de mi práctica ha transcurrido en el extranjero y que tiene mucho que ver en este sistema el país donde practiques y en todos los países, los profesores con los que aprendas pero mi experiencia en todos sitios siempre ha sido estupenda.


Investigando un poco sobre la relación de los practicantes españoles con el método Iyengar, hace unas semanas leía algún comentario en un blog sobre Yoga que había alumnos de Yoga Iyengar que no dormían la noche antes porque su profesor/a era tan duro que les provocaba una especie de miedo reverencial...que iban porque los resultados eran fantásticos pero que los docentes eran durísimos... me parecieron unos comentarios altamente preocupantes.


Creo firmemente que las clases de Asanas (que suelen ser la puerta de acceso al sistema holístico que es el Yoga) deberían ser algo a lo que el alumno va feliz, con ganas de aprender, de practicar, de experimentar, de vivir experiencias placenteras y duras también pero destinadas a un conocimiento interno mayor.


Nadie debería asistir a una clase en la que se siente "maltratado" u obligado a permanecer un determinado tiempo en una postura no apropiada o asistir a una clase en la que no se tiene en consideración las circunstancias diarias que cada uno podamos tener. Nadie debería asistir a una práctica de Asanas con miedo, con sensación de ansiedad... por mucha fama y reconocimiento que tenga el o la profesor/a. Me parece importantísimo.


Al igual que por muy defensora que yo sea del estilo de Yoga que practico y enseño, no debería menospreciar ningún otro sistema y tampoco cerrarme a la práctica de cualquier otra metodología. No creo que sea bueno "obligar" de por vida a practicar un determinado estilo, hay que erradicar esa rigidez. El estudiante de Yoga necesita investigar, probar, experimentar aunque se tenga una determinada base donde volver, donde llevar esos nuevos conocimientos, esas nuevas experiencias. En cada estilo tendrá que seguir una hoja de ruta porque es lo que da lugar a cada modalidad y las diferencia entre sí.


En un mundo cada día más abierto, la práctica de Yoga no debe volverse rígida, no debe ser una obligación. Si realmente se disfruta con la práctica, el estudiante volverá a ella de una manera libre y natural, sin necesidad de convencer con miedo, con opiniones negativas sobre otros estilos...


Permitámonos el disfrute en la práctica, acerquémonos a ella sea cual sea la metodología a seguir, con curiosidad, con humildad, con inocencia, con pureza y no con otro afán ni con otras connotaciones negativas. Permitámonos que la práctica nos cuide y nos beneficie y aunque como toda disciplina necesite de dedicación y constancia, nos sea un camino tan agradable que estemos esperando con gran ilusión el momento de volver a desenrollar nuestra esterilla.


Crees que todo alumno vuelve a practicar de una forma natural?


Gracias por tu compañía.


Ana




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