Cuando era (más) joven no entendía como en las entrevistas la actriz, empresario o famoso de turno decía que entrando en la madurez se sentían mejor que nunca.
Con veintitantos años o treinta y pocos no podía entenderlo, lo que desde esa franja de edad entiendes el adentrarse en la madurez es ver la decadencia física básicamente.
Bueno pues como todo en la vida, esto es cuestión de paciencia y yo ya con mis cuarenta cumplidos puedo decir bien alto que me encuentro mejor que nunca. Soy dueña (en grande) de mi vida. Es cierto que con niños pequeños todavía tengo que ver Patrulla Canina más de lo que me apetece y eso no es ser jefa de mis decisiones jejeje pero en general, lo soy.
Cada vez con las cosas más claras, las prioridades más claras, el propósito de mi vida más claro. Pero no es fruto solamente del paso del tiempo. Como todo, también encontrar la claridad y romper con los moldes autoimpuestos necesita de trabajo y dedicación. También de enfrentarse al miedo de romper con la idea que uno tiene de si mismo y de lo que se cree que se espera de él o ella. Y esa decadencia física que inevitablemente va apareciendo se está convirtiendo en la mejor herramienta para avisarme de que no hay tiempo que perder, que esto pasa, que hay que disfrutar y alegrarse de cada arruga que va llegando porque significa que todo va bien y que seguimos aquí.
Sin ser negativos me encuentro en el ecuador de mi vida. Digamos que soy más consciente que nunca de que esto en un momento u otro se va a acabar. Y repito que no es visto desde el pesimismo sino desde un punto de vista estoico. Intento ser consciente momento a momento de lo que vivo. Hay cosas que me gustan menos que otras pero forman parte de mi vida y es una vida que se va a acabar.
He decidido que no quiero perder el tiempo, ni un poquito, con cosas ni personas que no me aportan. Quiero elegir a quien y a lo que me elige. No necesito más de lo que ya tengo. Quiero sacar lo que tengo dentro que todavía está sin contar y que se que aportará algo bueno a alguien. Quiero disfrutar de cada momento y tiempo que dedico a los demás. No quiero regalar tiempo a quien no lo sabe apreciar.
Quiero dedicarme tiempo a mí y a los míos. Es lo único que dejaré cuando ya no esté. Los momentos que haya compartido con ellos. Lo que hayan podido aprender de mí. Y yo de ellos.
El Yoga me ha enseñado mucho sobre esto. A tener paciencia, siempre lo digo. Y también a que ese tiempo que le dedico al Yoga en realidad me lo estoy dedicando a mí. Es el mayor acto de amor que me ofrezco y he sido consciente hace relativamente poco. Y cuanto más tiempo y amor me dedico mejor me encuentro para estar con los míos.
El Yoga me está enseñando sobre perder el miedo a morir. En cada asana, la evolución que voy teniendo va dejando morir una idea que tenía sobre cómo iba yo a estar en esa postura e ir superando cada una de esas ideas es un aprendizaje que se convierte en ligereza de equipaje en esta vida. Y puedo asegurar que el equipaje que he llevado a mi espalda durante muchísimos años era muy muy pesado...
Mi práctica me acompaña en los momentos en que la vida es más complicada, todo lo que hago en la esterilla lo puedo hacer fuera. Mi respiración me acompaña y mi actitud frente a las posturas más complicadas se reflejan en mi manera de enfrentarme a los momentos más duros que van apareciendo en mi vida.
Se sincero contigo, no desaproveches el momento para hacer lo que quieres realmente hacer con tu tiempo. No es cuestión de evadirse y vivir en una cueva, es solo adaptar lo que realmente, lo que de verdad quieres y debes hacer por tu bienestar, al modo de vida que en determinados momentos debas adoptar. No es desaparecer y evitar tus responsabilidades, al contrario es tomar las riendas tú y hacerte tú responsable de las decisiones conscientes que hagas con respecto a tu vida.
No pierdas el tiempo porque es lo más valioso que tienes, decide bien qué quieres hacer con él y con quién quieres compartirlo.
Feliz año nuevo a todos.
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