El Yoga es una disciplina originaria de India hace más de 5000 años, que trabaja el cuerpo y la mente a través de posturas físicas y técnicas de respiración. A finales del siglo XIX se empezaron a conocer los escritos de los antiguos yoguis gracias a científicos y escritores y en los años 60, su práctica despertó el interés de las clases altas y artistas europeos. A día de hoy todo el mundo ha oído hablar del Yoga.
Lógicamente, con el paso de los años, la metodología de enseñanza del yoga, al igual que la sociedad, cambia y evoluciona, dando lugar a muchas variantes que a veces difieren entre sí e incluso trabajan en sentidos opuestos.
Actualmente nos encontramos muchas veces con una idea del yoga totalmente distorsionada de tal forma que se trata como una actividad que puede ser realizada por personas con unas determinadas condiciones físicas de elasticidad, edad, peso... pero eso ¡no es cierto!
El Yoga Iyengar, modalidad de la que soy practicante y profesora, toma su nombre de BKS Iyengar, el maestro que transformó la metodología de la enseñanza y estudio del Yoga y lo convirtió en algo accesible a todo el mundo, independientemente de su condición física. Incorporó a la práctica utensilios como mantas, sillas, cinturones, bloques... para adaptar la postura a las diferentes condiciones físicas del practicante.
Es gradual y progresivo, preciso, intenso, internamente dinámico y focalizado en el alineamiento y está caracterizado igualmente por su individualidad.
Si me preguntáis a mi de manera personal, por qué practico Yoga, os contestaría sin más rodeos, que porque me sienta bien, muy bien, física y mentalmente y por eso lo aconsejo.
Por supuesto, podría enumeraros infinitos beneficios en relación con la reducción de estrés, la mejora postural, fortalecimiento del sistema nervioso, mejora de la circulación, de la flexibilidad, del sueño, ... pero los beneficios también son subjetivos y personales.
Una dedicada y atenta práctica de Asana, supone un inmenso beneficio para nuestra salud y bienestar general, física y espiritual-mentalmente hablando. Y es importante que nos fijemos en esa "atenta práctica" puesto que el Yoga es una herramienta muy poderosa que puede ser bien o mal usada.
Mis clases de Asana junto con el trabajo holístico que aporta el Yoga, desde una enseñanza regida por mi consolidada práctica individual, humildad y devoción, aportan un aprendizaje seguro, riguroso, preciso pero con sentido común, de calidad frente a cantidad.
Te animo a que si todavía no has probado el Yoga Iyengar y mis clases pero te interesa lo que has leído, te pongas en contacto conmigo o visites el apartado de horarios y no te quedes con las ganas de practicar.
Un cariñoso saludo y hasta pronto.
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